Aparece tras la portaza sin aviso previo, y antes de que te des cuenta ya lo tienes con las dos patas delanteras encima de tu barriga. Tal vez en ese momento parezca molesto, pero ahora... después de todo, solo saca sonrisas entre lágrimas.Aún recuerdo la primera vez que lo vi. Era una ratita marrón, que apenas sabía coordinar las cuatro patas, y que, con su manera patosa de desplazarse o su mirada sus ruidos de cachorro o incluso sus pequeños mordiscos parecían encantadores. Tan adorable como lo era antes, lo sigue siendo, y espero y deseo de todo corazón que esta lucha sea superable para esa criatura que vi crecer durante este año.
Ray, puede que no seas el más educado y disciplinado, pero eres sin duda el mejor.







